Yo no quiero millones de apps


Tengo un “teléfono inteligente”. Me imagino que para muchos, eso debe ser sinónimo de tener un sinnúmero de aplicaciones que no uso. Quiero lo necesario, y nada más… A menos que sea algo chévere, interesante, bueno para hacerme menos atrofiada, you name it.

Hace poco leí un tweet de la cantidad de aplicaciones que bajan los usuarios de iPhone, Android y BlackBerry. Los que usamos iPhone tenemos al menos de 10 a 12 aplicaciones más que los usuarios de los otros teléfonos. Estoy segura que muchos, al igual que yo, usamos un 10% de las aplicaciones que tenemos instaladas. Entonces, ¿para qué bajar tanta burundanga?

Menos es más, muchas veces.

Hablando de aplicaciones, he descubierto que, por ejemplo, ya no uso la del periódico español El País porque de pronto dividían la pantalla a la mitad, y francamente resulta incómodo leer tan poco. No sé si es un problema de programación o de optimización, pero ya no me animo a verla. Otra cosa que me pasa es que a veces prefiero la versión móvil de un sitio a su aplicación nativa. Esto me pasa con New York Times, por ejemplo. Es curioso que leí un artículo sobre la no necesidad de tener una versión móvil de un sitio si la versión desktop se puede ajustar bien a cualquier dispositivo. Claro está, el Responsive Web Design es una tendencia bastante nueva. Esperar que todos los sitios en la web respondan a esto con la rapidez con la que leemos nuestros “feeds” de redes sociales es un poco injusto. Siempre nos quedamos cortos y tontos ante la tecnología que no para de avanzar.