El panóptico y el prisma


Bentham lo diseñó, Foucault lo analizó minuciosamente y Orwell lo describió tan puntualmente que lo puedes palpar. Hay veces que sentimos que estamos adentro, otras veces estamos seguros de estar fuera. No hay manera de tener un pie en cada uno de los planos, a diferencia de la luz que se descompone en un prima reflectivo. La avalancha de energía que choca con los planos y va dibujando en ellos una trayectoria de intensidad que puede mantenerse o disminuir, es en sí un fenómeno complejo. El panóptico es un fenómeno que parece ser complejo, pero en realidad es bastante simple.

Un rayo de luz de este prisma en particular nos dio en los ojos recientemente. Nos dio confirmación certera de que el gobierno observa todo lo que hacemos. Lo más que nos sorprendió fue nuestra reacción al suceso. Casi no nos hemos hecho sentir. No hemos confabulado un castigo a lo Guy Fawkes, ni aparentamos tener mucho interés en planificar uno. ¿Es posible que esta sea la consecuencia de estar tan acostumbrados a vivir en el panóptico? Estamos conscientes de que hay alguien (o algo) que sabe lo que estamos haciendo la mayoría del tiempo, empieza por el celular que nos acompaña, con su GPS integrado. De ahí pasamos al lugar de trabajo, en el que muchas personas tienen que reportarse a alguien. Si tienes suerte, puedes encerrarte en un espacio con puerta, pero ahora están en boga los problemáticos “espacios abiertos” que son solo otro panóptico modificado.

Etimológicamente, la palabra panóptico se divide en pan, que quiere decir ‘todo’ y óptico, ‘visión’. Todo lo vemos. Todo lo ven. ¡Nos están mirando! Me parece que la diferencia entre los personajes que imaginó Orwell, Guy Fawkes y los seres humanos que vivimos en este momento histórico es que al parecer nos gusta que nos miren, o francamente no nos importa.