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Próximos pasos

Esta frase es una que digo constantemente en mi trabajo. Al ser responsable de la producción de varios proyectos, una de las claves para definir qué, cuándo y quién lo trabaja es ver los pasos en orden. Si esto no se hace, es muy fácil perder el hilo, y por consiguiente, perder tiempo. En mi campo de trabajo, eso no es una opción. Así que parte de mi labor radica en tener bien claros los próximos pasos de todos los proyectos, a quién le tocan, cuándo los tienen que terminar, porque si hay dependencias, se pueden atrasar si un paso está tarde. Esto es manejo de proyectos 101, pero de igual forma me gusta “vomitar” el conocimiento adquirido—y digerido—por si le sirve a alguien en el futuro.

En la inmediatez del tipo de proyectos que trabajo, no hay mucho espacio para hacer forecast muy a largo plazo. Yo estoy mucho más envuelta en el día a día, lo que está muy bien, pero a veces siento que estoy aplicando el carpe diem a aspectos que no funcionan.

Proyectos como este blog son uno de esos contenders, en los cuales un plan a mediano/largo plazo es necesario. Es más, ya estoy un poco pasa’ de tiempo. He hecho varios intentos por organizar la cosa, fui a la farmacia y compré post-its gigantes que tengo pegados a la puerta del cuarto para acordarme que hay algo por ahí que se llama la cartuchera, algo que quizás tiene posibilidades de crecimiento. Si este fuera un proyecto de mi trabajo de 9 a om, estaría On Hold en Basecamp.

Me pregunto si es el momento para, otra vez, “retomar” el blog. Quizás puedo ir más en serio buscar colaboradores para llenar la cartuchera de otras cosas, otros temas, otras voces, otros puntos de vista. Para mí sería algo ideal.

Mientras, sigo trabajando en esos pasos, afinando, tachando y asignando números a ese post-it gigante pegado a la puerta del cuarto.

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Las no palabras

Recuerdo la primera vez que leí a Borges. No fui iniciada a su mundo con ‘El Alelph’, sino con el cuento ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’. De ese ejercicio– admito lo leí con una cierta obligación académica– surgió el diseño de un poster que sometí para el Festival de la Lengua Madre de las Naciones Unidas, en el que usé la palabra “Eithou” de James Joyce en Finnegan’s Wake.

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Yo sigo mucha gente en Twitter. El 70% de las cuentas que sigo son de personas/entidades/medios/aplicaciones/instituciones que trabajan contenido que me interesa.

Esta chica a la que sigo, @GrammarGirl, hace un retuit de @StanCarey sobre las palabras y letras más comunes en inglés, enlazando a un post con una data muy interesante de Peter Norvig, director de investigación en Google.

La data habla por sí sola. Aquí les enseño unas visualizaciones:

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Norvig comenta: “Note there is a standard order of frequency used by typesetters, ETAOIN SHRDLU, that is slightly violated here: L, R, and C have all moved up one rank, giving us the less mnemonic ETAOIN SRHLDCU.”

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Y de esta imagen en la que ya se veía el uso de una no palabra, a tener data confirmada que, en el que ETAOIN SRHLDCU, ¿podría quizás considerarse un padrino del idioma inglés como se usa hoy? Tiene su antecedente, ETAOIN SHRDLU, bien parecido. Me parece que ambos tienen tremenda personalidad.

También sería interesante preguntarle a James Joyce si la data que le muestra Norvig ayudaría o desayudaría a su proceso de escribir inglés como segunda lengua.

Yo creo que a Borges le fascinaría tanto, que ya hubiese llenado un globo terráqueo con no nombres para no sitios.

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El caos del tiempo posnormal

Welcome to post-normal times. It’s a time when little out there can be trusted or gives us confidence. The espiritu del tiempo, the spirit of our age, is characterised by uncertainty, rapid change, realignment of power, upheaval and chaotic behaviour. We live in an in-between period where old orthodoxies are dying, new ones have yet to be born, and very few things seem to make sense. (Sardar 2010)

La falta de método para lidiar con los tiempos actuales no es sólo una realidad local, es una realidad transnacional. Creo que ahora entiendo mejor el uso de la palabra transnacional, y como la misma difiere de internacional o global en el sentido de que no abarca un gran macro totalitario, sino que son muchas localidades con circunstancias paralelas. Comprender que esta realidad posnormal, desmembrada en la complejidad, las contradicciones y el caos, (2010) nos deja con un escenario muy cercano a casa.

Me pregunto si ver el tiempo actual como uno muy difícil es un acto ignorante, porque no siempre existe el recuerdo preciso de tiempos pasados. Sin embargo, al tener la oportunidad de escuchar testimonio de aquellos que han vivido lo suficiente para poder comparar, siento que es importante enfatizar en la condición cíclica del tiempo. Y es que no estamos exentos de recordarnos a nosotros mismos que ésta no es la única crisis que ha vivido el mundo. Es en aceptar realidades como esas que radica el comprender conceptos tales como lo posnormal o lo transnacional.

Un día como hoy, que al final es un día bastante regular, he podido comprender la naturaleza de la complejidad, las contradicciones y el caos personificadas y acuñadas en situaciones particulares. Un pedido para revisar un documento se convierte en un reflejo del caos en la industria. Nos vemos obligados a tomar decisiones difíciles en panoramas que parecen ser calles sin salida, o peor aún, laberintos muy profundos. La manera en la que se trabajan las cosas en unas áreas es totalmente obsoleta en otras. Los problemas de comunicación se intensifican con la falta de empatía y de lealtad hacia el otro. Los sistemas de valores están muy corruptos. ¿Cuándo aceptar que los métodos que conocemos nos están fallando?

No pienso que sea cuestión de reinventar la rueda; creo que los métodos existentes nos pueden servir de pie forzado. Forjar esos posmétodos puede ser un ejercicio interesante y productivo para resolver los problemas. Esperar resultados diferentes haciendo las mismas cosas es un reflejo de la falta de consciencia hacia nosotros mismos. Sin embargo, creo que sin este momento histórico, las posibilidades estarían más limitadas a tomar decisiones más conservadoras. Así que la próxima vez que me encuentre en una situación compleja, sumergida en el caos, trataré de recordar que no hay mejor momento que este para hacer algo out of the box, verdaderamente posnormal.

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Nueva herramienta

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Estuve usando las tarjetas que Microsoft diseñó para probar la reacción de la gente al diseño de software en una sesión de brainstorming sobre el desarrollo de un producto. Más información sobre ellas aquí.

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Aprender los trucos no duele

Nunca he sido de las que se mueren por texturas y truquitos de Photoshop. Al contrario, el uso y abuso de estos elementos me espantaba. Lo que todavía me espanta es que conocer suficientes de estos trucos puede ser confundido con saber diseñar. Esto no lo estoy diciendo desde un trono en donde me siento que soy la hostia del universo, y pretendo salvar el mundo. No voy a negar que mi ego estuvo un poco inflado cuando era más joven y tonta, pero ahora vengo desde el foro de la honestidad y con total humildad a decir que los trucos son muy válidos cuando son necesarios.

Yo solía pensar que si la idea ya se llevaba a cabo, no había la necesidad de “adornar” la aplicación con efectos o trucos. Soy un poco purista, lo admito. Y es que la línea entre algo estilizado con un propósito específico y un despliegue de filtros y efectos que no dicen nada es bastante fina.

Sin embargo, últimamente me he visto en la posición de repensar el efecto que puede provocar la estilización de un elemento casi imperceptible en el diseño de una interfaz, en mi caso específico, para una página web. Es aquí en donde me he tragado mis filosofías puristas y le he abierto la puerta a aprenderme esa tutoría para simular metal.

Sí, es posible que me incline a preferir ciertas páginas sobre otras por paleta de colores, uso tipográfico, capacidad de mostrar imágenes en alta resolución, ahora que hay tantos juguetes para verlas. Pero hay muchos otros elementos y procesos que entran en juego a la hora de tener una interfaz tan sólida que tienes millones de personas usándola todo el tiempo. Esos procesos fueron diseñados, pensados, repensados, probados, aprobados y reprobados, una y otra vez. En algún punto de todas esas iteraciones llegó la decisión de usar el efecto tal, la sombra tal, curvear el recuadro tal.

Me he dado cuenta de que el sentido de affordance de Don Norman en estos casos responde a estas estilizaciones. Ya los trucos no me duelen, pero tengo más presente en qué foros son casi necesarios, dentro de un contexto de diseño centrado en el usuario. Y es por esta línea que los quiero mantener. A mí que me dejen con mis formas planas, colores sólidos y constelaciones de combinaciones tipográficas medio bizarras, pero cada proyecto necesita que deje mis prejuicios a un lado a la hora de considerar el nivel de estilización necesaria en las aplicaciones para el usuario que las estoy diseñando. No todos tendrán los trucos, pero tampoco voy a desterrarlos sólo porque no me llamen la atención.

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“Estoy en eso”

“Estoy en eso”. Cuando he dicho esto (dependiendo de la circunstancia) es que no lo he hecho, pero ya mismo lo saco, no sé cómo empezarlo, no sé cómo terminarlo, cómo llevarlo al próximo nivel, en el que no sólo presento la cosa, y de pronto pongo imágenes del proceso. Ahora tengo que empezar a hablar de cómo ese proceso llevó al resultado final. Esto implica determinar lo que funcionó y lo que no funcionó, identificar lo que qué se puede mejorar para aprender del proyecto como individuo y en relación al equipo con el que se trabajó. Asimismo, la reflexión sobre el impacto económico, social, político (si aplica) dentro de las esferas en las cuales se hizo posible producir los proyectos en sí es crucial para llevar una práctica consciente. Es mucho más complejo de lo que parece, sin embargo, me gusta mucho el hecho de que “estoy en eso”. Todavía me falta un poco, pero creo que en un par de días lo saco.

En mi caso actual, estoy en un proceso de hacer una actualización de mi portafolio en línea. Quería cambiar el enfoque del mismo, dirigirlo a áreas específicas que van a tono con las áreas del diseño que me interesan más en estos momentos. A la misma vez, cambié el diseño y la plataforma para manejar el contenido. La versión anterior la diseñé y programé en HTML/CSS y básicamente el contenido lo coloqué manual en cada página. No había casi nada dinámico, pero fue algo sencillo de hacer en el momento, y fue efectivo… Hasta el momento de añadir nuevos proyectos. Es por eso que cuando decido entrar al mundo de los sistemas de manejo de contenido, o mejor conocidos por CMS (por sus siglas en inglés), selecciono WordPress, posiblemente el más user-friendly en cuanto a contenido, pero en cuanto a customización de diseño y programación, a menos que sepas PHP, puede ser un tanto complicado. Tienes dos opciones: buscar un tema que se parezca bastante a lo que quieres hacer y modificar su CSS, HTML y el PHP que entiendas porque es más HTML en algunos momentos, o contratar/secuestrar/rogarle a algún programador que te ayude a traducir tu diseño en un tema único para WordPress.

Como el enfoque de esta página es que sea lo más sencilla y genérica posible para que los proyectos presentados sean los protagonistas, hice la primera opción. No voy a negar que traté la segunda, pero de pronto el tiempo aprieta y uno prefiere resolver. Sin embargo, estoy contenta con el resultado. Es una página muy limpia, cumple su propósito, es útil.

En cuanto al contenido, ya tengo los textos en un nivel factual, a un nivel bastante descriptivo de los procesos y los resultados de cada proyecto. He llegado, en algunos casos, a delinear algunos métodos y procesos de arquitectura de información, de usabilidad, de diseño de interfaz, entre otros. Sin embargo, todavía me falta hacer un análisis más profundo de los proyectos para determinar, por ejemplo, si las metodologías de diseño aplicadas funcionaron en el contexto del proyecto, si las herramientas que se usaron fueron efectivas o no y por qué, por sólo mencionar dos maneras en las cuales una reflexión y análisis profunda de algunos proyectos puede hacerte ver cómo has madurado en tu práctica como diseñador(a), y todo lo que te falta por aprender y por aplicar a futuros proyectos.

Esa última parte puede ser un tanto frustrante. Son pocos (pero los hay, y puedo dar fe de ellos) los diseñadores que conozco – y quizás sea una circunstancia local, generacional, del momento histórico, you name it – que están aplicando métodos de diseño conscientemente son muy pocos, porque no se están haciendo update con las nuevas tendencias/métodos, o no están leyendo sobre las relativamente nuevas brechas del diseño y lo efectivas que pueden ser, lo mucho que pueden ayudar. Hay tanta tela pa’ cortar… Yo “estoy en eso”, a paso muy lento pero seguro.

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Aislamiento

Ostrich (pocket pillow for nap, 2011) del estudio Kawamura-Ganjavian.

Yo necesitaba uno de estos hoy. Se me hacía casi imposible concentrarme, entre el Illustrator, el Photoshop, los diez drafts, la minuta, el checklist para la entrega de mañana, el chat de Gmail, Pandora, los veinte tabs de referencias para el website que estoy rediseñando, y el habla y habla, corre y corre, te miro y no te miro, te ignoro mientras miro mis monitores, de todos los días.

De pronto extraño el tiempo en que trabajaba por mi cuenta, en pijamas, acostada en mi cama. Sin embargo, recuerdo haber tenido días, en esos días, de querer vestirme, hacer el aguaje de peinarme, y ver gente. Estos días eran muy pocos, pero existían.

Sin embargo, hoy me alegro de haber soportado el día, porque al final del mismo, tuve una sesión muy productiva de retroalimentación de mis compañeros de trabajo. Yo creo que son bienvenidas y bienaventuradas todas las oportunidades en las que uno tiene la oportunidad de que otros ojos miren lo que tu mirada ya tiene bastante saturada. Nunca he sido de las que recibe crítica con desdén, si no es micromanagement, claro está.

No niego que el aislamiento, las burbujas, y las avestruces sean necesarias también. Si el diseño es un proceso de crear pensamiento para resolver problemas (Cross 1982), hay que tener los problemas bastante presentes. Es la única manera de comprenderlos. Para comprender a un nivel más allá de la simpatía, hay que sentir los mismos como si fueran propios (Köppen y Meinel 2012). Esta es una manera bastante simplista de describir el diseño empático, pero quería enunciarlo para no olvidarlo, como una nota, o un bookmark de esos miles que uno guarda para “ver luego”.

Aunque la tengo siempre presente, no había pensado seriamente en la empatía desde hace un par de años, cuando escribí una tesis sobre ella. Creo que volveré a ella, ahora que he encontrado fuentes más concretas sobre su relación con el diseño. Es curioso como cuando investigas sobre algo, parece que todo lo que lees tiene que ver. Esto no es totalmente cierto, pero en este caso, me parece que puede funcionar. No es posible diseñar sin empatía. Así de simplista soy. El aislamiento es necesario, pero sólo de vez en cuando. Ahora, ¿quién me regala la avestruz esa?

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La importancia de documentar

El ritmo en el que se nos ha dado este momento histórico no nos deja respirar. Siempre hay algo que hacer, algo que ver. En mi circunstancia actual, el trabajo siempre se tiene que hacer a la prisa, el tiempo corre mientras uno camina. La naturaleza del trabajo que hago es usualmente una de conceptualizar, producir, entregar el proyecto y un poco tratar de desconectarme del mismo. En esta última tarea no tiendo a ser muy eficiente. Entiendo que es también mi labor asegurarme que el mismo está funcionando adecuadamente, que el usuario está respondiendo, cosas que pueden mejorar, entre otras. Luego de ese periodo de análisis de calidad no pedida por nadie, pero inevitablemente trabajada porque quiero que el producto esté al nivel que corresponde (dentro de lo que es posible en mi posición), me voy despegando paulatinamente hasta que casi me olvido del mismo (a menos que tenga aplicaciones de mantenimiento). Lo que quisiera corregir de este proceso es integrar más la documentación total de todas las fases del proyecto, para efectos de portafolio, claro está, pero más que eso, para poder hacer auto reflexión sobre el proyecto en sí.

Este paso es sumamente importante, por muchas razones. Primero, te permite hacer un racional para que el cliente y la empresa que te contrató tenga un documento tangible de la justificación de decisiones tomadas. Ese racional también ayuda al colega que continúe el trabajo, si el caso aplica. A veces el trabajo solo no es suficiente.

Además del racional, la autoreflexión sobre métodos de diseño que hayas usado en el proyecto te sirven para articular cómo se usaron, probar si funcionaron o no, y por qué. Eso siempre ayuda a acatar nuevos proyectos con los errores aprendidos, para no cometerlos de nuevo, y entrar de paso a cometer errores nuevos, que nos permitan generar nuevo conocimiento.

Creo que la libreta de notas, la cámara (en mi caso, del celular, a menos que le quite el polvo a mi Nikon manual análoga), la grabadora, entre otros, son instrumentos vitales. Admito que no he sido muy diestra documentando mis últimos proyectos. Espero estar más consciente de ello con esta reflexión.