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Anécdotas Conversaciones Reflexiones

Reinos fantásticos

Still de la película "Moonrise Kingdom", de Wes Anderson (2012).

Hace un par de días fui a ver la última película de Wes Anderson, Moonrise Kingdom, con una amiga. Siempre me han gustado las cualidades teatrales y las condiciones viscerales que demarcan los escenarios de sus películas. Ya lo iba viendo en The Royal Tenembaums y en The Life Aquatic with Steve Zissou, pero es en su película más reciente que parece haber una sinergía orquestrada sin esfuerzo, con resultados maravillosos. No sé si tiene que ver con que ha madurado como director (naturalmente, es una gran posibilidad), pero creo que una de las cosas que más me cautivó de la película fue el diseño de la producción, los ambientes, los detalles, fueran jugos en polvo, broches de perlas, o el uniforme de la tropa, por decir sólo unas pocas cosas sin arruinarle la experiencia de la película a nadie.

Los niveles en los cuales toda la simbología de la película se contenía en sí misma, y a la vez fluía, era impresionante. Aparte de la trama, la cual no recomiendo si sufres de vulnerabilidad emocional, yo quería vivir en la Isla de New Penzance. Puede parecer trillado, pero creo que la película logro crear un lugar fantástico en que todos los personajes tenían un lugar en el que “pertenecían”. Y un poco de eso pienso cuando comparo un lugar así con los lugares que habitamos todos los días, y lo incómodos e inhóspitos que pueden llegar a ser. Es casi como si quisiéramos torturarnos consistentemente con nuestros espacios de incomodidad, inseguridad y miedo.

Pensando en un plano más formal, los diseñadores, arquitectos, ingenieros, y otros profesionales cuyas prácticas se entrelazan con la creación de estos espacios; se deben a sí mismos y a sus respectivas comunidades o poblaciones para las cuales diseñan o construyen, un poco de imaginación de vez en cuando. ¿Será posible construir nuestros propios reinos fantásticos? ¿Podremos construir el lugar fantástico de otros?

Mi mentora me comentaba que los espacios dictan comportamientos. Esto es totalmente cierto; lo vivo todos los días. De la comodidad del hogar al estrés de guiar en las carreteras del país a un espacio de trabajo temporero en el que se escuchan los martillazos y de pronto huele a quemado, a salir de nuevo al estrés del carro en el tapón de la tarde, para volver al hogar. En mi caso, el hogar es mi cama extendida. Hace unos días mi hermano me ayudó a poner una hamaca en el balcón, para tratar de hacer ese espacio, que es tan mío, uno más habitable y menos ordinario. Sin embargo, realmente me debo a mí misma tratar de hacer de cualquier espacio que habito, uno fantástico.

Hablando de la gestión para concretar estos espacios, hace poco me llamó una amiga artista y diseñadora. Entre otras cosas, me estuvo contando de su proyecto para la Trienal Poligráfica del Caribe. Creo que su iniciativa muestra un acto deliberado de cambiar un espacio, pero me pregunto, ¿habrá convertido el Falansterio en un lugar más fantástico de lo que es o quizás lo hizo más cotidiano? Me encantaría ir a verlo y experimentarlo. Quiero poder crear estos lugares fantásticos, o de alguna manera contribuir a ellos.

Reflexiones

Un día para nosotros

Soy diseñadora gráfica, y parece que hoy es mi día. A diferencia de las secretarias, no creo que aparezca una canasta de regalo en mi escritorio, ni un sobre con un certificado para irme a un spa. Yo ni sabía de la existencia de este día hasta hace dos semanas. Tengo colegas con 20 años de experiencia en el campo que tampoco sabían.

Sucede que Icograda, una organización británica establecida un día como hoy en 1963, celebra su cumpleaños con este día del diseño gráfico y/o diseño de las comunicaciones (traduciendo literalmente communication design) para fomentar la práctica del diseño a nivel mundial. Me encantaría haber podido aprender de esto de otra manera que no haya sido por una búsqueda de Google.

Me pregunto si mis colegas sabrán de la existencia de este día. La empresa en la que trabajo tenía el día marcado en el intranet, pero no creo que alguien venga a felicitarme, me regalen chocolates, o una taquilla para ver a Silverio.

¿Qué debo hacer con esta información? ¿Hago un afiche y lo circulo por email? ¿Hago promoción tipo guerrilla y lo escribo en las calles? ¿Compro una bolsa de chocolates y se las reparto a mis colegas? ¿Llamo a mi padre para decirle que me felicite?

Fuera de broma, creo que al menos hay que reconocerlo y hacerlo visible de alguna manera, para que quizás el año que viene, mi padre también me envíe un mensaje de texto hoy, aparezcan chocolates en mi escritorio y se tenga consciencia de esta profesión como una seria, porque todavía es la hora en que muchos entes de poder ven el diseño como algo falto de metodología, estructura y seriedad. Es entonces que el hecho de tener este día es una gran ironía para mí, pero a la vez me da un poco de ánimo. Hoy quiero dejarle saber a todos que esta profesión es seria e íntegra, para que en unos años, este día sea tan conocido y dado como el de las secretarias, pero más que eso, lo que quisiera es que mi profesión se respetara tanto como cualquier otra. Estaré pendiente al mundo virtual, a ver si se ve movimiento en algún lado del mundo. Así qué, felicidades, colegas. Tómense una margarita en nombre de esta profesión que todavía tenemos problema definiendo y más problema aún haciéndole entender a otros.

El aquí y ahora

Primer intento

Puerto Rico, con sus intentos de urbanismo fallido, ha sufrido décadas de incomprensión en cuanto a la manera en la que están plasmadas sus ciudades, sus pueblos, sus carreteras, sus lugares habitables y no habitables. Con un sistema de transportación severamente fallido, el uso del carro como mini caja de aislamiento no deja que el ciudadano tenga sentido de comunidad, ni sentido de unión con sus alrededores. Por lo tanto, nuestra indiferencia cuando hay un suceso criminal cerca, o cuando se cortan tantos árboles para construir un edificio que está justo al lado de otro que se pudo haber restaurado para el mismo fin sin la necesidad de sacrificar la poca naturaleza que nos queda, habla de lo ilegible que son las ciudades. Estas ciudades, en las cuáles los ciudadanos, a su vez, se ven atrapados y carentes de opciones para movilizarse, tener ocio, vivir en comunidad, para hacerse responsable de la criminalidad al nivel posible para no permitir más desastre ecológico.

En fin, creo que quiero hablar de la deshumanización de las ciudades en un entorno colonial.